Columna de Roger Gonzales Araki
Como un “llamado a la nostalgia”, se le podría llamar a Cartas Nikkei del Bicentenario, un proyecto de la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y El Club de los Aquellos presentado el sábado 15 de enero en el Auditorio Dai Hall.

Apreciamos Cartas Nikkei del Bicentenario pero en una obra teatral en 3 actos dirigida por el dramaturgo Daniel Goya Callirgos y tuvo como actores a Wenddy Nishimazuruga Méndez, Seiji Igei Kohatsu, Gustavo Barreda Fudimoto y Biviana Goto Sánchez pero en su reemplazo estuvo Cindy Nishimazuruga. Consistió en presentar 3 hechos que fueron muy conocidos por la comunidad nikkei: la llegada de profesores a la primera Escuela Japonesa Lima Nikko, los matrimonios “arreglados” (shashin kekkon) y la donación del monumento a Manco Cápac.
Hace varias semanas se lanzó el concurso epistolar del mismo nombre del proyecto y consiste en que miembros de la comunidad nikkei de todas las edades que deseen participar escriban una carta que será leída dentro de 100 años (2121).
Cuando estudiamos nuestra historia desde la primaria, consultamos a diversas fuentes y nos guiamos de las crónicas de Huamán Poma de Ayala, Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma así como de diversas obras pero que de alguna manera nos grafican cómo era el Perú en ese entonces ¿Te imaginas cómo será el Perú en 100 años más?

Hablar de “cartas” hoy es sinónimo de “pasado de moda”, de algo obsoleto, por eso que hoy los servicios de correo postal casi ya no existen. Cuando escucho la palabra “carta”, me remonto a cuando mi madre le escribía cartas a mi tío que vivía en Houston pensando que nunca volvería pero ahora a través del Facebook y el Whatsapp lo tiene presente a diario.
Cuántos deseos fueron cumplidos al enviar las cartas en el pozo de los deseos de Santa Rosa de Lima. Para todos los peruanos es obligatorio recordarlo. Sin duda que son las cartas de la añoranza.

También las “cartas de amor”, muy clásicas en generaciones anteriores que fueron suplidas por mensajes de texto y más, pero lo mágico del papel es que en cada poema que se le entregaba a la amada, se siente el perfume y quizá hasta lágrimas del remitente. Y si vamos a la década de 1970, en la serie El Chavo del Ocho cómo no recordar a “Jaimito, el cartero” que siempre quería “evitar la fatiga”, en este caso la carta estuvo ligada al humor.

También asocio “cartas”, a las que prefirió tragarse nuestro héroe José Olaya porque fueron encomendadas para la misión. Las asociamos a algo heroico y nostálgico, por eso dicen que “el papel aguanta todo”, y es muy cierto. Las Cartas del Bicentenario es un homenaje al Bicentenario del Perú por medio de papeles llenos de sentimiento, de narrativa, de consejos y porqué no, de confesiones que muchos quisieran hacer ahora pero que no se atreven y que solo lo sabrán los que no nacen aún.
Con estos simples ejemplos quiero resaltar que las cartas siempre tendrán un sentimiento, un kimochi que quizás ahora no lo valoramos, pero con esta iniciativa estamos dándole ese sentir que en muchos casos se ha ido perdiendo.
Ellas son como una “radiografía” de nuestro presente que puede servir como inspiración para que las futuras generaciones nikkei puedan contribuir a la historia del Perú que tanto amamos, a los futuros cronistas del 2121.