ESCRIBE: BRAULIO RIVERA
Decidirse por un camino puede volverse un asunto. Hay pinceles, acordes, cámaras, papeles, lápices y miles de instrumentos que uno puede expresar lo que su mente tiene para ofrecer.
Sin embargo, para ciertas personas, la existencia de esta complejidad es más bien una oportunidad: los límites se los impone uno mismo.
Desde canciones sobre la vida misma, tatuajes, dibujos y pinturas; hasta esculturas surrealistas que ahora adornan los pasillos de la Asociación Peruano Japonesa, hoy te presentamos a Masaru Handa, artista multifacético participante del VI Salón del Arte Joven Nikkei.

Como dijo Anthony Kiedis -vocalista de los Red Hot Chilli Peppers- en una reciente entrevista, las personas que están destinadas

al arte nunca lo son por coincidencia. En el caso de Masaru, su padre cantaba y tocaba la guitarra y, aunque no quiso que su hijo siguiera sus pasos, no pudo evitar que siguiera ese camino. Cantando canciones de salsa con sus amigos, dibujando por horas, escuchando muchísima música, Masaru pasó su infancia alimentando ese amor por el arte en general. Y así siguió hasta sus dieciocho años, cuando ingresó en la Escuela de Bellas Artes del Cusco que su caminó tomó un rumbo más concreto.
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Si bien la sangre nipona corre por sus venas, Masaru nunca tuvo más contacto con esa parte de su cultura que su nombre y su diferencias étnicas. Siempre notó que había algo que lo diferenciaba de sus demás compañeros de colegio. Además, la vida todavía no le había dado la oportunidad de conectar con sus raíces y sus planes con sus canciones, pinturas, esculturas y tatuajes le consumían todo su tiempo. Hasta que recibió la invitación de participar en el VI Salón Joven Nikkei.

Muy poco era lo que podría haber previsto sentir durante esa experiencia, ni lo mucho que agradece al día de hoy haberla vivida. Y es que en su visita a la Asociación Peruano Japonesa, pudo revivir un poco de su historia: su abuelo, Huichi Handa, fue parte de los primeros japoneses que llegaron al Perú. Desde la prefectura de Yamaguchi y a bordo del Kiyo maru, su abuelo pisó tierras peruanas por primera vez.
La escultura

Con esa experiencia al rojo vivo en su mente, y como parte del tema general del Salón, Masaru decidió plasmar la dualidad de las culturas que convergen dentro de él. Su fascinación por los tatuajes también está presente y puede ser vista claramente en criatura femenina de forma humanoide del centro de la pieza. En su vientre, el símbolo que representa a la Pachamama y a sus costados, dos guerreros, uno samurai y otro andino, mirando desafiantes a quien se atreva a contemplarlos.
Y así como esta, esperamos saber, ver y oír sobre Masaru en el futuro. En lo que su instinto tiene para decirnos con los nuevos descubrimientos que la vida le irá dando.
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La muestra estará disponible hasta el 30 de noviembre. Horario: De martes a domingo de 10:00 a. m. a 1:00 p. m. y de 2:00 p. m. a 8:00 p. m. Lugar: Galería de Arte Ryoichi Jinnai y Hall de Exposiciones del Centro Cultural Peruano Japonés. Ingreso libre, capacidad limitada.