“Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cual es”.
(Joseph Fouché)
¿Cómo no ser felices en este país que tiene ricas montañas y hermosas tierras? Ya deberían de estar envidiándonos los suizos o finlandeses.
Y es que solo aquí, me imagino, ocurren estas cosas que más que hacernos llorar solo nos queda reír y comprar aceite para que todo nos resbale.
Leyendo una noticia (algo que hago poco) me entero que nuestro Ministerio de transportes y comunicaciones tiene una oficina denominada “Oficina de Integridad y Lucha contra la Corrupción”. Según se lee en la web del gobierno, desarrolla acciones para el fortalecimiento de una cultura de principios éticos, prevención de actos corruptos y tiene un wasap y un correo para denunciar actos ilícitos, específicamente integridad@mtc.gob.pe.
Todo ello me parece una acción más que necesaria, loable y aplaudible. Hasta allí todo muy bien. Lo pintoresco y folclórico es que la propia directora de esa Oficina anticorrupción, una tal Noemí, fue denunciada y posteriormente destituida al comprobarse que pedía pagos mensuales a los trabajadores a cambio de renovar sus contratos de trabajo.
Algunas de sus víctimas indicaron que se mojaron hasta con dos mil soles para que buenamente siguieran chambeando en el ministerio. También los conminaba a que hagan otros “aportes” para canastas del día de la madre. A veces hasta se reunían en el carro de su esposo.
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O sea, en pocas palabras, la misma persona encargada de velar por las buenas prácticas morales le metía uña a sus propios trabajadores. Por supuesto que es una tragedia condenable, pero en este país, tan lleno de hechos absurdos, el que se pica pierde, así que yo sugeriría respirar profundo y soltar una sonrisa. No puedo imaginar cómo habrán hecho el proceso de selección para designar a esa directora.
-A ver, tenemos que llenar la plaza de la oficina contra la corrupción.
-¿Y como hacemos jefe?
-Fácil peeee, convoca un concurso público indicando que es indispensable tener uñas largas, bolsillos grandes y muchas ganas de salir de misio de cualquier manera. Es también recomendable, pero no indispensable, que su cónyuge tenga carro.
-Entendido jefe, así lo haremos. ¿Algún requisito adicional?
-Ahhh sí, se me olvidaba. Tiene que haber sido postulante al Congreso. Así podemos tener la certeza de que tiene un pleno desconocimiento de la palabra “ética».
-Sale, mañana publicaremos el aviso.
-Incluye que una de sus funciones específicas será revisar el correo: integridad@mtc.gob.pe, pero nunca responder.
-Delo por hecho, jefazo.
No me siento una mejor persona en comparación a Noemí. Inclusive es probable que yo, en su puesto les hubiera cobrado no dos mil sino algo más. Así que estas líneas no son para condenarla ni mucho menos para creerme San Martin de Porras.
Creo que ella es una representante promedio de nuestra cultura, esa que busca beneficiarse del cargo público a toda costa. No hay mucha distancia entre eso y querer meter el carro para avanzar y joder a los demás en las calles de Lima.
El que esté libre de culpa que tire la primera piedra (o que postule a la Oficina de Integridad y Lucha contra la Corrupción).