“El mundo es un absurdo animado que rueda en el vacío para asombro de sus habitantes”.
(Gustavo Adolfo Bécquer)
Qué duda cabe que la tecnología siempre llega para quedarse.
Cada vez que irrumpe sin permiso, lo hace de tal manera que cambia nuestro comportamiento y nos sumerge en nuevas formas de actuar que, hasta hace poco tiempo, nos hubieran parecido ridículas.
Y en particular estoy hablando del teléfono celular, todas sus aplicaciones y el internet. Es un cambio constante y no tenemos idea de hacia dónde nos estamos dirigiendo.
Por lo pronto, y en primer lugar, lo que me parece alucinante es que ahora tengamos que pedir permiso para poder llamar a una persona. Generalmente recibo un mensaje por wasap:
“Koki, me avisas a qué hora estás libre para llamarte”
Leo eso, me da risa y me pregunto ¿cuándo fue el momento en que se prohibió llamar sin avisar, es decir, simplemente marcar un número y conversar con otra persona a cualquier hora? Yo respondo siempre de la misma manera:
“Llámame cuando quieras, si estoy disponible te contesto, si no, te devuelvo la llamada luego”.
Si una persona te quiere/puede contestar, lo hará y punto. Llama no más y no hinches las pelotas.
En segundo lugar, se ha hecho muy común tomar fotos a los platos de comida. Cada vez que salgo con algunos amigos, hermanas o sobrinas, los veo que antes de empezar a tragar sacan su celular, buscando el mejor ángulo y toman las fotos de sus platos. ¿Eso le da mejor sabor?, ¿más tarde vuelven a ver esa foto?, ¿el volverla a ver acaso sacia su futura hambre?, ¿tienen un álbum de fotos de comida?
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En tercer lugar, e íntimamente ligado al párrafo anterior, están las redes sociales. Tenemos una vida paralela en ellas, que generalmente es disímil a la real (aunque a veces podrías cuestionar cuál es la verdadera).
Fotos idílicas siempre sonriendo, aguantando la respiración para que no se noten los rollos chorreando, ocultando arrugas, papadas, acne y todas nuestras supuestas “imperfecciones”. Miren el delicioso lomo saltado que estoy comiendo (¡y ustedes no!). Pareciera que lo que no se pública no hubiese existido en la realidad y tenemos una necesidad imperiosa de mostrarlo.
Y por último, nos hemos acostumbrado a ver videos sin parar. Literalmente podríamos pasar todo el día gozando los infinitos videos que tenemos a disposición en youtube y tik tok. Allí pueden ir pasando, uno tras otro, los mejores goles del mundial, modelos guitarras eléctricas, zapatillas para correr, bailes de Okinawa o tratamientos para el cutis y, sin darnos cuenta, habrían pasado 3 horas acabando con un terrible dolor de cuello, frustrados y sin energía.
En fin, la tecnología está aquí, se quedará y nos ayudará a sacar, para bien o para mal, lo que somos. E irá siempre mutando para apoderarse de nuestro recurso más valioso, que no es el dinero, sino nuestra atención y tiempo.
Advertidos estamos.