“Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”.
(Confucio)
Dentro de la larga lista de vicios que tengo, el azúcar debe estar en uno de los primeros puestos, aparte de la gaseosa.
Puede presentarse en algunas de sus más inocentes y cándidas formas, tales como un donut glaseado del Dunkin, un helado de Donofrio, una orejita de chancho, un pie de limón o el probablemente sano pie de manzana.
Ese antojo de mitad de la tarde se asoma en tentaciones de diversos colores y texturas.
Muchas veces he tenido como propósito de inicio de año el dejar atrás los dulces y no sucumbir ante tan adictiva sustancia, pero año tras año, el esfuerzo y entusiasmo ha durado poco o nada. Ni bien paso andando por la pastelería al costado de la oficina hago un pedido que disfruto culposa y escondidamente en el mismo local.
Sin lugar a dudas soy un gran cliente de ese negocio y hasta mi nombre saben.
No tengo la menor duda de que si dejara el azúcar mi salud y mi vida mejorarían inmediatamente. Algunos beneficios que me indica la inteligencia artificial serían:
- Lograr el peso ideal.- Ya que es alto en calorías sin nutrientes esenciales, reducir o eliminar el azúcar puede disminuir la ingesta calórica total, lo que facilita mantenerse con una balanza saludable.
- Tener un nivel de energía estable.- El alimento azucarado provoca un pico rápido del nivel de azúcar en sangre, seguido de una caída brusca, lo cual causa fatiga e irritabilidad. Hasta es probable que mejore mi frágil sueño.
- Mejorar la salud bucal.- El azúcar es un factor principal en la carie dental. Las bacterias en la boca la adoran, produciendo ácidos que erosionan el esmalte dental. Bajarían mis visitas al dentista.
- Piel más saludable.- Esos donuts contribuyen a la inflamación en el cuerpo, lo que puede manifestarse en problemas de la piel como acné (lo hubiera sabido antes). Si quisiera tener la piel como potito de bebe, nada de pie de limón.
- Bajar el riesgo de enfermedades crónicas.- Con una dieta alta en azúcar es muy probable seguir en el camino de tener diabetes, enfermedades cardíacas, hígado graso, entre otras joyitas.
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¡Pero qué difícil es!
Tengo la teoría de que mientras más normalizado y aceptado esté el consumo de “algo”, más arduo es alejarse de ello.
Por ejemplo, al estar mal vistos el cigarro y el alcohol y al no poder hacer una propaganda libre, me parece que es menos difícil dejarlos.
Pero con el azúcar la cosa es distinta. Está en todos lados, no se ve mal socialmente y hasta va bien como regalo. Sabiamente el escritor español Enrique Jardiel Poncelanos decia que el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria (vicio). El azúcar va en ese grupo.
Carajo, avisado estoy. Pero no creo salir victorioso cuando esté frente a la vitrina de San Antonio, mostrándome esa torta de profiterol con crema, el alfajor de manjarblanco o el turrón de doña pepa.
El que pueda pasar de largo que tire la primera piedra…